Lo que vino después no tiene nombre, eso fue una puñalada trapera, no me lo esperaba. Yo, confiaba tanto en él, ¿cómo no iba a hacerlo si por él vivía? Me traicionó, el maldito corazón, me traicionó. ¡Cómo dolió su marcha! De un golpe certero abrió la cárcel de mi pecho, y sin mirar atrás ni sentir hacía mí un poco de cariño, se alejó brincando, como un niño pequeño. Miré, acongojada, el vacío que dejó su ausencia. Y me senté a vivir sin su Diseño web profesional.
Me quedan aún algunas cosas, muy pocas, y no sé por cuánto tiempo. Todavía puedo percibir aromas: la nariz no me abandonó por ti, quizá porque no tuvo oportunidad de olerte y sigue siéndome fiel. Tengo las manos, que perciben suavidades y asperezas, que sienten el frío y el calor, que escriben, aunque no vean las palabras. Mis manos transmiten lo que les dictan mis pensamientos. Éstos, van y vienen. A veces, no los encuentro y sé que están contigo. Me armo de paciencia y espero un rato hasta que vuelvan. De momento, siempre vuelven, remoloneando, pero vuelven. El día que no lo hagan, tendré que darme por vencida.
Para mis amigos: Capi, que me ha dicho que le encanta que las mujeres hablemos de sexo; Lola, que se le nota que es erótica y encantadora; Wolffo, que me parece no le gusta el sexo puro y duro, pero sí el erotismo y el buen humor; Dock, que se le sube la temperatura... y todos los que pasen por aqui, con nombre o sin él.
Como hoy no tengo muchas ganas de escribir, y ando un poco aburrida y malhumorada, he rescatado un texto que escribí hace algún tiempo. Un amigo me propuso escribir algo sobre el tema y casí fue un pequeño reto. Estrujé lo que pude las neuronas que se dejaron (las listas, huyeron al galope), y me salió esto. Espero que lo disfruteis.
Me quedan aún algunas cosas, muy pocas, y no sé por cuánto tiempo. Todavía puedo percibir aromas: la nariz no me abandonó por ti, quizá porque no tuvo oportunidad de olerte y sigue siéndome fiel. Tengo las manos, que perciben suavidades y asperezas, que sienten el frío y el calor, que escriben, aunque no vean las palabras. Mis manos transmiten lo que les dictan mis pensamientos. Éstos, van y vienen. A veces, no los encuentro y sé que están contigo. Me armo de paciencia y espero un rato hasta que vuelvan. De momento, siempre vuelven, remoloneando, pero vuelven. El día que no lo hagan, tendré que darme por vencida.
Para mis amigos: Capi, que me ha dicho que le encanta que las mujeres hablemos de sexo; Lola, que se le nota que es erótica y encantadora; Wolffo, que me parece no le gusta el sexo puro y duro, pero sí el erotismo y el buen humor; Dock, que se le sube la temperatura... y todos los que pasen por aqui, con nombre o sin él.
Como hoy no tengo muchas ganas de escribir, y ando un poco aburrida y malhumorada, he rescatado un texto que escribí hace algún tiempo. Un amigo me propuso escribir algo sobre el tema y casí fue un pequeño reto. Estrujé lo que pude las neuronas que se dejaron (las listas, huyeron al galope), y me salió esto. Espero que lo disfruteis.